El Ecovía - El regreso
Para regresar en Ecovía desde las 4 de la tarde en Quito pueden darse varios escenarios: o estamos en verano o estamos ante una tormenta tipo abril aguas mil. Por esta ocasión escogeremos el segundo escenario para hacer este relato más sufridor rematando con el hecho de que no he traído el paraguas.
Mientras la lluvia sigue haciendo su trabajo, la mayoría de personas (incluyéndome) está parada afuera en fila ya que la única máquina tragamonedas que aún funciona, está dañada y por lo hay que esperar a la voluntad del despachador que gracias a su lentitud sigue aculumando gente en la fila. De ahí la importancia de tener sueltos para embarcarse a estos sistemas de transporte.
Ya adentro, es otra eternidad, ya han pasado 30 minutos y los ecobuses siguen viniendo repletos de gente y en esta parada casi nunca se baja una persona, y ahora? Y si mejor subo hacia el norte unas cuantas paradas con el fin de encontrar un bus con menos gente? pero, ¿Y si ya viene uno vacío y subo de gana?, esto es un completo juego de azar.
45 minutos, no queda de otra que subirse en este bus a como de lugar.
Quejidos, llantos, aguanten... mi zapato!!!, risas; es lo más común que se escucha en el ecobus y como en una escena romántica, los vidrios están empañados de tanta gente mojada mientras las sombrillas escurren aguas de otros tiempos en el que como siempre, NINGUNA VENTANA ESTÁ ABIERTA!!! por el amor de Dios, sé que hace frío, pero por la salud mental y física de todos nosotros dejen respirar también, imagínense, todos nosotros mojados, sudando olores diferentes, evaporando cada parte de vuestros cuerpos mojados, se pueden imaginar todos estos olores juntos?, si tan sólo con entrar al bus, hay un choque de olor tan fuerte entre el aire limpio y el aire viciado de adentro que es imposible de pasar inadvertido. Si quieren ir al sauna turco, esta es la mejor opción enfermiza que pueden encontrar.
Faltan 8 paradas para llegar a otra terminal y luego tomar otro bus para llegar a casa; por lo general entre estas paradas al ecobus le toma 30 minutos llegar, pero con esta lluvia, todo anda lento, y antes de llegar a la penúltima parada, el tráfico se detiene y el sueño me está venciendo, no hay como leer, jugar con el celular, no hay como moverse, la oscuridad y la desesperación van subiendo de color, mientras todos nosotros seguimos transpirando humedad.
Y mientras esperamos se desenlace el tráfico capitalino, podemos ir escuchando música en celulares, iPod’s, etc, sin embargo hay un tipo de gente que cree que nos gusta a todos la música de ellos, y aunque en gustos y colores no opinan los doctores, no he escuchado más que reguetón, bachata, vallenato, etc, que salen de las bocinas de los celulares, acaso no tienen audífonos? ojalá algún día la tecnología también invente un dispositivo que sea capaz de cortocircuitar estos aparatos, no es posible que este tipo de gente siga escuchando con altavoz eso que se hace llamar música. No es por nada incluso da ganas de coger ese aparato y lanzarlo por la ventana y creo que la mejor solución sería ó bien, que adquieran audífonos, ó contrapuntearlos poniendo un disco móvil en la oreja de ellos con otro tipo de música, quisiera ver esa acción y observar la reacción de los demás pasajeros y lo más importante, la reacción del tipito o tipita que escucha de esta manera.
Y para rematar con un golpe de suerte, ya bajando del ecobus e ir a la parada del Amaguaña, no hay ningún bus y la fila ya se sale a la calle, que lindo que es mi Quito.
Esperemos que con la construcción del metro en Quito, mejore en algo esta situación, sin embargo en un país subdesarrollado, ya me puedo imaginar la cantidad de asaltos que habrán en aquellos subterráneos y además pensándolo bien, no ha de mejorar nada esta sobrecarga de pasajeros ya que para esas fechas cuando ya esté funcionando al 100% el metro ya seremos más de 4 millones de habitantes y será el mismo mierdero de ahora.
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